LAS COSAS DE MI AMIGO MANUÉ
Chascarrillos
V
Manué, no me líes otra vez con esas historias tuyas para no dormir joder,
que tengo todavía que hacer un montón de cosas y fíjate tú la hora que es. ¿Si llego
a saber que estás aquí tomando el sol a
la recacha como los lagartos? no bajo a comprar el pan, aunque me hubiera
tenido que comer los garbanzos con rebanadas de bimbo, que eso si que sabe mal.
¡Cucha picha¡ párate un rato aquí conmigo joé, que tienes siempre má
prisa que mi Lola con cagaleras.
¿Tú ta’cuerdas da’quel gachó que vivía al lao de la parada del autobú?
En er 48 creo que es.
¿Aquél que tenía una coleta de
caballo?
¡Si, er mesmo¡ aque’r tío que parecía un funcionario de ventanilla, más
serio que’r que se la lió a Manolete. Pos fíjate tú, picha ¡casualidades de la
vía¡ el otro día me’nteré ¡y es de güena fuente, eh¡ que ya sabes tú que mi
servicio de información es de primera división como mi Cái.
Pero que
cojones dices Manué, si tu Cái está en segunda división B, que hace ya una pila
de años que no se le ve el plumero por el Santiago Bernabéu.
¡Calla picha¡ no me lo recuerdes, que hasta
se me quitan las ganas de trabajá.
¿Trabajar tú
Manué? Pero si tu estas jubilado desde los treinta so mamón, que cada vez que
pienso en el dineral que me quitan a mi del -i erre pe efe- ese todos los meses, para pagarle a los cuatro rajamantas como tú, me dan ganas de coger el
lanzallamas y chamuscarle los bigotes a todos los tíos esos de la Hacienda
Pública.
Güeno picha no te pongas así joé, y déjame
que te cuente. Que no te callas ni debajo l’agua, y luego dices tú que soy yo
er que no te deja hablá.
Pos resurta que’r jueves pasao se encontró
con un amigo que hacía ya una jartá que no se veían, y hablando de sus cosillas
se entera que su amigo s’abía separao hacía tres meses, pero que no se le veía
por ello mucha pesadumbre que digamos, al contrario, que como que estaba hasta
mejó y tó fíjate tú y le preguntó que ¿si esa mejoría de ánimo se debía a la
muñeca hinchable? Y le contestó su amigo que las muñecas esas estaban ya pasá
de móa, que lo que se llevaban ahora eran los cocodrilos del Nilo.
¡Vete a hacer
puñetas Manué¡ Siempre con tus tonterías haciéndome perder el tiempo.
Que no picha, eso mesmo le dijo er tío de la
coleta, que no se lo creía. Entonces el otro se lo llevó a su casa, pa hacerle
una demostración in situ del arte que tenían esos cocodrilos.
Manué,
a ti te cuentan un chiste en el bar de los jubiletas, lo arrebujas, y luego me
lo sueltas a mí como si fuera un acontecimiento real. ¡Con la prisa que tengo
yo¡
Cucha, deja que t’acabe de contá joé. Pos
resurta que una vé que estaban en er salón, er tío se bajó los pantalones y los
gayumbos. Dá un sirbío (como si estuviera llamando a un perro) y sale de l’habitación
un cocodrilo de cinco metros con la boca
abierta, le cogió er ciruelo y le hizo una marsellesa ¡que pa qué te cuento!.
Cuando ya acabó, agarró un zapato y le
endiñó ar cocodrilo dos o tres zapatazos en lo arto la cabeza, y er bicho lo
sortó, se fue pa l’habitación y se metió debajo de la cama.
Er coleta se quedó traspuesto.! Si no lo veo,
no lo creo, le dijo¡
Entonces el amigo le dijo, ¿quieres probá
tú?
Y dice er coleta… ¡Bueno¡ ¡Pero cuando
acabes, a mi no me dé tan fuerte con er zapato que hoy me’levantao con jaqueca!
¡Me
cago en tó tus muelas Manué, siempre me tomas el pelo con tus pamplinas¡
C. Abril C.